Hombres...

Es muy fácil asociar la actividad protectora con las mujeres, al menos en nuestro pais. Es como si sobrevolara la idea de que es sólo "cosas de mujeres". Cada tanto un gentil bombero se apiada de nosotras y nos da una manito allí donde una mujer no puede llegar o bien rescatistas profesionales salen en los noticieros por salvar a un perro en riesgo. Nuestras parejas desarrollan una paciencia infinita bancando nuestra locura.  Pero aparentemente, de ahí no pasa.  De hecho hay que reconocer que somos una gran mayoría en este tema, a tal punto que siempre escribimos "protectoras" y así... los galanes quedan afuera.

Hace tiempo que me puse a investigar el tema. Me puse a recolectar "protectores" mendocinos y a seguir sus huellas. La culpa la tiene Francisco porque apenas lo conocí y aún antes que él se dedicara a rescatar perritos en apuros, yo supe que era un "protector". Yo tenía en tránsito unos cachorros encontrados bajo un puente y cuando fue a alimentarlos se había llenado de angustia al no encontrarlos. Así fue como llegó a casa con alimento y regalitos para los bebés. Cuando me contó que finalmente se iba a dedicar de lleno a los rescates me dio una gran alegría pero no me sorprendió.

Como en el caso de las mujeres, hay de todo en las viñas masculinas. Salvo casos puntuales como los de Francisco, Hermann, Leo o David, sus muros son algo diferentes a los nuestros, que generalmente solo tienen perros y gatos. Se ven autos super modernos, videos de buena música, diatribas ingeniosas en contra del gobierno, artículos de diarios, y en medio de todo eso...las publicaciones de animalitos en desgracia. 

Muchos de ellos tienen perritos en sus fotos de perfil, o en sus portadas;  aunque no todos son parte de la vorágine de los rescates. Algunos hacen un trabajo casi inadvertido por la red, fabrican carritos o albergan perritos discas cuando nadie parece dispuesto a asumir esa responsabilidad y ese trabajo. Hay quien lleva adelante, desde hace muchos años y con total bajo perfil, un refugio para abandonados. Otros, muy jovencitos, buscan novia mientras ayudan a cada perrito que se les cruce en el camino. ( Y yo me vengo a enterar de casualidad, Nino.).

Como quiera que sea, yo noto que cada vez son más. Y eso me encanta. Es como que interrumpen una especie de uniformidad que no es buena para nadie, como que refrescan la dinámica de esta lucha sin descanso. Le dan otro color con el aporte de su ternura masculina, algo tan pero tan conmovedor, al menos para mí. Es como que poco a poco, irrumpiendo en este "mundo de mujeres", ponen las cosas en su lugar.

No existe el mínimo argumento que incline la balanza para el lado femenino cuando se trata de proteger animales. Todas las protectoras trabajan, estudian o llevan adelante una familia, con lo que se cae el cliché de que lo hacen porque no tienen otra cosa a la que dedicarse. Cada vez más se igualan hombres y mujeres en cuanto a sus responsabilidades y actividades. Nada indica que la sensibilidad femenina sea mayor cuando se trata de un animal. De ésto, cualquiera puede dar fe.

Sin embargo ellos van asomando con mucha timidez en este mundo, y por ahora se los cuenta con los dedos de las manos. Hay cierta cautela en ellos para involucrarse y nunca los vas a ver cuando entre mujeres se lanzan a agredirse o juzgar tal o cual accionar respecto a un rescate o rehabilitación de otra. Se mantienen al margen y se me da por pensar que estas cosas, tan innecesarias, los desorientan bastante.

Son también esquivos al protagonismo. Rara vez los enganchás en una foto salvo en las que muestran orgullosos a las propias mascotas. Generalmente me entero de sus intervenciones a través de comentarios de agradecimiento de las protectoras. No ponen la firma...no les interesa.

Pero si quiero demostrar que marcan la diferencia, tengo que volver a la ternura de hombre. Tosca, fuerte, firme. Manos grandotas con dedos anchos que acarician, brazos fuertes que alzan a quien no puede ni siquiera moverse, piernas ágiles que atrapan al que se quiere escapar, voz grave que susurra un consuelo y da confianza al aterrorizado.

Mi bella Naky murió dulcemente al lado de mi marido. Dormían juntos en un colchón que pusimos en la planta baja porque ella, con su cáncer a cuestas, ya no subía las escaleras solita. Cuando la enterramos pude conocer la ternura en su máxima expresión observando a Angel acunándola en sus brazos mientras le daba sus besos de despedida. Creéme, es una ternura diferente. Una que es imprescindible entre los protectores de animales.

Algo me dice que hay muchos varones argentinos que podrían ser parte de esta red tan amplia y variopinta de protectores independientes que rescatan todo el tiempo a puro pulmón, que luchan contra la tendencia de tener en casa más animales que lo que realmente pueden, que vacían sus bolsillos para comprar mas alimento, que cargan en sus autos perros heridos y malolientes y corren hacia la vete más cercana. Algo me dice que si se sumaran, poco a poco nuestro espacio se potenciaría para mejor. Y ya al Ying, no le faltará más el Yang. 

Algo me dice que si se sumaran, aliviarían nuestra carga. Nos aportarían seguridad, respaldo, otro punto de vista que nos centre en el equilibrio requerido para que las cosas salgan realmente bien. No sólo serían nuestras parejas que nos bancan la locura.  Desaparecería para siempre el prejuicio de "esas son cosas de mujeres", le darían más prestigio a nuestra labor. Se difundiría más y mejor.

Javier y Belén

Y volviendo a la ternura...el de la foto de arriba es Javier, mi sobrino. Pasea con su Belén en brazos tan tranquilo. Hace mucho que no la veía porque Belén se mudó a Houston y él vive aún en Buenos Aires. Ellos dos parecen uno por la magia de esa ternura masculina de la que te hablo. En Buenos Aires lo espera Rainbow, un golden viejuco con quien comparte su departamento de estudiante. En Buenos Aires, generalmente la ternura aparece en un gran sillón que se comparte para dormir un ratito o ver TV.

Javier no es protector de animales.

No todavía...no todavía...

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