jueves, 26 de septiembre de 2013

Adrenalina

Si te gustan los bichos, no tenés manera de evitar que se te parta el corazón cuando los ves sufriendo. Primero te da impotencia e indiganción y después pensás que no tenés que seguir de largo, que algo tenés que hacer.¡Eso es! ¡De eso se trata! Decirle no a la indiferencia es la mejor manera de ayudar a un animalito abandonado o herido. El asunto es "cómo".

Cuando estudiaba en la Universidad, el profesor de Primeros Auxilios inició su cátedra diciendo: "Les voy a enseñar todo ésto para que aprendan cuando NO se debe aplicar".  "Esa es la regla número uno". Quedamos desorientados todos hasta que comprendimos el concepto: A veces ayudar puede causar más daño que el existente. Particularmente cuando no se conoce el cómo, cuando no se tiene experiencia.

Casi a diario veo publicaciones de protectores nóveles que presentan un caso con mucha angustia. Es muy posible que personas que se apiadan, en un primer momento ofrezcan el oro y el moro para colaborar en el problema. Muchas ya sabemos, sin embargo, que estos arranques solidarios no siempre se concretan como se expresan, por eso somos cautelosos. Especialmente los tránsitos, que son tan escurridizos.

Estos nuevos integrantes de la red se lanzan entonces al rescate. De buena fe sienten que están siendo apoyados. La adrenalina ya está actuando...el rescate se hace...las endorfinas nos dan placer por el deber cumplido y ese santo en desgracia que ha sido salvado. Pero la ayuda se ha esfumado.

Veo como se mueven los protectores con experiencia. Ellos luchan contra la adenalina. Saben que el rescate es algo infinitamente más complejo que ir y levantar a un perro. Ése es apenas, el primer paso, y si se quiere, el más sencillo. La historia recién está comenzando.

No podés rescatar un perro si no tenés un lugar seguro donde resguardarlo.

Es tan simple y si se quiere tan cruel como eso. Pero es la cruda realidad que viven quienes conocen cómo hacer bien su labor. Y si...tenés que luchar contra la adrenalina que te impulsa a hacerlo. Porque después no sabés qué hacer con el perrito. Y pedís ayuda y te encontrás con un silencio de radio. Si lo querés rescatar, sí o sí,al menos tenés que estar dispuesto a darle tránsito en tu casa. Y por tiempo indeterminado. Y si no es en casa, debés disponer de los recursos para pagarle una guardería.

Tenés que contar con recursos económicos para afrontar los gastos que te produce el rescate.

El vete no es gratis ni mucho menos, y al menos un control inicial le tenés que hacer. Si las colaboraciones no aparecen, te tenés que hacer cargo vos de los tratamientos y luego, con el tiempo, recuperar tu inversión con ayuda económica que logrés publicando el caso. También vas a tener que castrarlo y vacunarlo. Al perrito no siempre te lo podés llevar caminando, de acuerdo a su estado, vas a necesitar entonces, movilidad para trasladarlo.


Tenés que comprometerte a conseguirle un hogar.

El rescate recién es exitoso cuando el perrito en cuestión ha conseguido su hogar definitivo. Ese momento puede aparecer de un día para otro, o puede tardar meses y meses en llegar. Hay muchos en adopción, lo podés ver en la red de Facebook. Muchos candidatos y escasos adoptantes.
Y durante todo ese tiempo, vos y sólo vos sos responsable. Hay que hacerle el aguante. Es tu obligación. Vos lo rescataste. Nadie te obligó. No tenés derecho de abandonarlo otra vez porque se te acabaron los recursos. Eso es lo mas cruel que hay.

Sé agradecido

Si los protectores te ayudan, ya sea difundiendo, buscando una solución a tu problema, aconsejándote, encontrando un tránsito o un hogar... Así como sos de afortunada, tenés que ser de agradecida. Los tenés que mantener al tanto de cómo va el rescate, tenés que agradecer sus sugerencias y seguirlas en lo posible, los tenés que considerar, los tenés que respetar. Porque si no lo hacés, no van a escuchar tus pedidos otra vez.

No todos los perros callejeros requieren ser rescatados y adoptados.

Hay muchos que tienen su vida hecha en la calle. Sus fuentes de alimentación en vecinos que siempre lo tienen en cuenta, sus lugares para echarse al solcito frente a un local o una casa, su espacio. Son perritos que hasta se deprimen si los llevás a una casa o un refugio. Muchos de ellos son asistidos en las calles por las protectoras experimentadas. Son curados, son castrados, y vuelven a su rutina. Y son los primeros escapistas en la escala de escapistas. Siempre, se te van a querer ir de donde los lleves.Un protector con experiencia puede distinguir fácilmente estos casos porque llevan años y años detrás de los animalitos.

Pero por sobre todas las cosas, como decía mi profesor en la Facu, tenés que saber cuando NO rescatar. Si recién entrás en este tema, si amás mucho a los animales, si querés ayudar, podés hacerlo de muchas formas. Empezando con la colaboración con protectores activos y refugios. Ayudando con las alcancías de las veterinarias, ofreciendo traslados, ofreciendo tránsito, llevando perritos a castrar, luchando para que se cumpla la ley Sarmiento, denunciando cuando presenciás un maltrato, difundiendo y difundiendo para conseguir más ayuda. Te aseguro que tus posibilidades son infinitas.

Porque después empiezan las angustiosas publicaciones que ponen de la nuca a los protectores. A los propios problemas que enfrentan con sus rescatados se les suma la angustia de otros en problemas a cargo de personas que están desbordadas.

Yo por ejemplo, no rescato. Me doy cuenta de mis limitaciones y decido no perturbar el trabajo de los que sí saben cómo hacerlo. Doy tránsito cada vez que puedo y no paro de difundir buscando otros tránsitos, colaboraciones monetarias y hogares definitivos.

Y si...la adrenalina no es la misma. Te sentís grande cuando lo rescataste. Te llenás de placer y satisfacción porque salvaste una vida. Esas son las endorfinas que produce la adrenalina, invadiéndote sin parar.

Pero...¿Lo salvaste?



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