lunes, 11 de febrero de 2013

La Palabra

La palabra tiene algo de milagroso. Encierra emociones, expectativas, aspiraciones, sonrisas prolongadas y lágrimas incontenibles al mismo tiempo. Tener derecho a ella te llena de orgullo y escribirla es recibir el mejor de los premios a tus esfuerzos. El mejor premio de todos.

La palabra es soñada. Está siempre ahí. Latente y esquiva. Te presenta un desafío que en la mayoría de los casos parece un obstáculo casi imposible de sortear aunque nunca falta una amiga que te anima y te dice que no hay que desesperar, tarde o temprano llega tu derecho a escribirla.

Por ahí hay palabras fallidas. Reúnen todos los requisitos pero la suerte no te acompaña. Es cuando te devuelven un rescatado. La palabra se transforma entonces en una inmensa piedra maciza que parece que se te ha atado al cuerpo y te empuja hasta lo mas profundo. Te da desesperación.  ¿En qué te equivocaste? ¿Cómo pudiste confiar? ¿ Cómo no supiste que ése no era un buen adoptante? En momentos como éste no querés aceptar que sos un humano falible. Que no sos adivino. Que no estuvo en tus manos. Y hasta culpable te sentís de haber escrito la palabra. Pero ni aún así, la palabra pierde su sentido milagroso. Y vas tras ella una vez mas, como si fuera la primera. Esta vez se te escapó, pero no va a volver a ocurrir...

El derecho a escribirlo lo ganás únicamente en equipo. Conocidos y desconocidos han estado diseminando tu pedido de adopción día a día. Tantos que al final, ya ni sabés de dónde salió el mensaje maravilloso del posible adoptante que te consulta. Nunca te perdés ese mensaje, porque ahí habrá alguien etiquetándote para que lo leas !ya!, para que no se te escape esa posibilidad cierta.

Aquél que decide adoptar un gatino o un perrito mestizo, es quien define tu derecho a escribir la palabra. Él lo ve tan hermoso como lo ves vos,  no le preocupa si tiene pelo duro o pelo suave,  ni siquiera se interesa por esa cicatriz que tal vez lo afee. Su mirada y la tuya están exactamente en la misma longitud de onda. El quiere éste animalito y no otro. Es un misterio cómo dos personas que no se conocen entre sí, comparten de repente, el mismo color de cristal con el que miran. 

Cuando ellos se van,vos escribís por primera vez la palabra. Generalmente va en mayúsculas, con letras repetidas para darle mas alcance y terminada con muchos pero muchos signos de admiración. Ya no sabés qué mas ponerle para que se entienda como estás de feliz en ese momento.

Te hacés una rutina con la palabra. Te vas a cada una de las publicaciones ofreciendo a tu pichicho, llenas de elogios para el bebé hermoso o la adulta mansa y bonita, llenas de ansiedad buscando aquí y allá un nuevo hogar. Ésas que muchas veces llegan hasta a rogar y se acompañan con un "Urgente" escrito en mayúsculas. Y cuando llegás a cada publicación, le agregás exultante, la palabra.... 

Cuando hacés eso, internet parece que explotara. Empiezan a llegar las notificaciones sin parar, todos son comentarios alegres, deseos de buena suerte y felicitaciones . Todos comparten.

La protectora agradece al hogar de tránsito, el hogar piropea a la protectora que hizo el rescate. La protectora dice que sin el tránsito todo sería imposible . El tránsito responde, con razón, que el rescate es la piedra fundamental. La protectora pone Me Gusta, el tránsito pone Me Gusta. Y como que se produjera un contagio en masa, el Me Gusta se multiplica sin parar. La foto en cuestión se hace famosa en minutos.

En el hogar de tránsito específicamente, la palabra trae efectos secundarios de los que nadie safa. Te lleva a una zona difusa y contradictoria. El corazón late mas fuerte y no podés descrifrar si lo alimenta la felicidad o la pena del adiós. Te produce mucha emoción verla escrita, te decís "Lo logré", pero mirás por la puerta de tu estudio y te falta alguien oteando por las rejas de la cochera. En los primeros momentos, en casa todos se miran de una manera diferente, cada uno vive el momento a su manera. Y sólo surgen los comentarios referidos a los detalles de la adopción y a las travesuras que ya nunca mas tendrás en tu casa. Esas travesuras específicas. Irrepetibles.

Por un largo rato, la palabra no es nada buena para tus bichos. Empiezan a olfatear por todos lados como desorientados, se echan melancólicos por largo rato antes de reiniciar las rutinas de sus vidas. Yo digo que es como que por algún tiempo, al Cosmos le falta una parte.Y ellos la buscan sin descanso.

La palabra es la razón de tu lucha. Todo, pero todo se reduce a llegar a escribir la palabra. Es cuando un angelito perruno invisible se acerca a vos y te besa la frente . Y te susurra un gracias. Y te hace llorar de emoción. 

La palabra es absolutamente obvia, es casi redundante escribírtela ahora.

La palabra es   A D O P T A D O.


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